miércoles, 30 de julio de 2014

CÓMIC: Hawkeye


Iba a hablar de SAGA, qué es un poco el cómic de moda que ha conseguido entusiasmar a crítica y público, pero la verdad, no me apetece. No me apetece basicamente porque no me parece tan bueno, está bien, es entretenido, pero ni es tan original ni tan imaginativo cómo quiere ser. Tiene sus cositas, lo reconozco, el dibujo está muy bien y muchos de los personajes molan un montón, pero sus protagonistas son (en comparación al resto) un coñazo de gente y la trama sólo se mueve por clichés (en el segundo arco que empezó en el número #19 sobretodo). Tal y cómo yo lo veo es un Star Wars para modernetes, y habrá a quien eso le entusiasme, pero a mi me gusta y ya está, no me vuelve loco. No cómo el cómic del que voy a hablar ahora al menos.

Y es que hoy voy a hablar del que para mí es el mejor cómic que hay ahora en el mercado. Un cómic que sus autores tardan meses en publicar y en lugar de enfadarme me encanta. Un cómic en el que los números salen en desorden (porque "fuck everything") en un tiempo no estimado entre 2 y 4 meses. Un cómic que después de uno de los cliffhangers más jodidos que he leído en tiempo te mete un especial navideño que no tiene nada que ver en FEBRERO. Un cómic que dedica un número entero a contarte eventos que ya has visto desde la perspectiva del perro o que cuando por fin decide retomar la historia tras el cliffhanger del que os hablaba lo hace en lenguaje de signos porque el protagonista está sordo.

Y así es cómo representas la mente de un perro.
Estoy hablando de Hawkeye, de Matt Fraction y (principalmente) David Aja. Una serie que explota el medio al que pertenece al máximo y que viene a ser eso a lo que nos referimos cuando decimos que los cómics son arte.

No mucha gente es consciente de esto, pero hay mucho más allá de la narrativa convencional del cómic. De las viñetas de izquierda a derecha y los bocadillos de texto. Hay un puto universo por explorar ahí con el que sólo unos pocos se atreven a experimentar, y os lo digo yo, que llevo leyendo y dibujando cómics desde que puedo recordar. Y cada vez que alguien experimenta, cada vez que algún dibujante y algún guionista se atreven a mear fuera del tiesto... me la pone muy dura, las cosas cómo son, y más cuando viene de una de las dos editoriales de superhéroes más grandes que hay y aún más cuando se hace con la maestría con la que lo hace David Aja. Es de locos que un gigante cómo Marvel permita a sus autores hacer una serie cómo esta y dice muchisimo a su favor, porque Hawkeye, que sigue las aventuras del conocido arquero cuando no está por ahí trabajando cómo vengador, es una marcianada muy minoritaria.

Su historia se centra en el mencionado personaje, que se muda a un edificio que está amenazado por una banda de gangsters en chandal (provenientes de un país no identificado de euroasia) así que cuando no está salvando al mundo con los héroes más poderosos de la tierra está protegiendo su edificio, entablando una especie de relación paternofilial con la otra Ojo de Halcón, cuidando de su perro, intentando manejar a sus ex-novias, involucrandose en delitos con pelirrojas peligrosas o intentando ayudar a su hermano (y supervillano) a encauzar su vida de nuevo. Hawkeye es una serie de superhéroes atípica, igual que su protagonista, y no podría ser mejor.

Pero no sería justo sólo mencionar la genialidad del trabajo de Aja y Fraction sin hablar también de su colorista, Matt Hollingsworth, porque el color de esta serie es lo que termina de hacerla perfecta. Transmitiendo un montón sólo a través de como ilumina y los colores y los tonos que escoge. En serio, este trio está al nivel de aquel equipo formado por Rick Remender, Jerome Opeña y Dean White, y saben los chinos que amo con locura a ese trío y sus Imposibles X-Force.

En resumen, Hawkeye es la serie del momento. Una lectura altamente recomendable para todos los que sepáis apreciar el cómic cómo medio, los superhéroes en general o tengáis puto alma. Es EL cómic que deberíais estar leyendo. Es el puto noveno arte.
P.D: Echar un ojo a sus portadas porque son también LO PUTO MÁS.

jueves, 24 de julio de 2014

CINE: Boyhood (2014)


Hay una escena al principio de la última película de Richard Linklater que me parece muy básica para explicar el tono general de la cinta. Esto es un ligerísimo SPOILER que en realidad no tiene ninguna importancia, pero supongo que al más purista a lo mejor le fastidia así que imagino que podéis saltaros este primer párrafo. El caso es que a los cinco o diez minutos de película el protagonista se muda a otra ciudad con su madre. Por circunstancias que no vienen al caso no consigue despedirse de su mejor (y aparentemente único) amigo, sin embargo mientras el coche de Mason se aleja por la carretera, vemos a su amigo pedalear hasta el cruce a toda velocidad para poder despedirle con la mano.

En cualquier otra película este momento sería un punto de inflexión. Puede que incluso el climax. La pérdida de la inocencia, la primera gran perdida, una cicatriz de por vida y todas esas gilipolleces de cine. Pero en Boyhood es sólo una escena más. Porque Boyhood no es una historia, es una vida, y la vida de Mason, cómo la tuya o la mía, no tiene un argumento. No hay un objetivo final ni una misión por cumplir. No existe un planteamiento, un nudo y un desenlace en tu vida. Es una sucesión de anécdotas aparentemente intrascendentes qué, miradas en conjunto, conforman tu historia. Y Boyhood es básicamente eso.

El director de la trilogía Antes de... empezó a rodar esta película en 2002. Su idea era la de reunir a los mismos actores dos semanas al año para dirigir pequeñas escenas que, en última instancia, conformasen una película sobre la vida, y viendo el resultado final... joder, el tipo lo ha vuelto a hacer. Si aquella trilogía fue el retrato más honesto del amor y las relaciones de pareja jamás rodado (opinión de un servidor) esta probablemente sea lo propio con la vida así en general. Y es que más allá de contar la vida de un chico, y ser un relato sobre el paso a la madurez y todo ese montón de mierda, la peli habla de VIDA así en mayúsculas. Y es tan intrascendente, larga y sin objetivo como las vidas de los demás, pero es cuando termina y piensas en ella que te das cuenta de todo el camino recorrido y cómo todas aquellas anécdotas sin importancia al final parece que sí que la tenían.

A Mason en su viaje lo acompañan un soberbio Ethan Hawke que cada vez que aparece en pantalla se la come y una estupenda Patricia Arquette, así como otro montón de perfectos desconocidos, bien todos (en mayor o menor medida) en sus pequeños papeles. En cuanto al protagonista, Ellar Coltrane sorprende lo bien que lo hace para ser un chico sin aparente entrenamiento en esto de actuar, lo que hace la película más curiosa una vez te pones a pensar en lo fácil que hubiese sido que con un niño de cinco años (o siete o con los que sea que empezase la película) al llegar a la adolescencia te saliese rara.

Sin embargo, más que los actores, lo que de verdad hace la película enorme son los diálogos. Cómo ya pasase en la mentada trilogía, Linklater consigue un tono absolutamente realista y natural, nada forzado, lo que ayuda al espectador a empatizar a un nivel muy extremo con lo que está pasando en pantalla. Y es que al final, si estás vivo, si llevas más de dos décadas en la tierra y eso, y sobre todo, si eres hombre... te vas a sentir identificado en uno u otro momento con esta película. Todos hemos pasado por lo que pasa Mason en su viaje. Todos hemos tenido padres, amigos, primeras cervezas a escondidas, primeros cigarros, primeros besos, primeras noches fuera de casa, primeros amores, primeros desamores... Lo vivimos, lo sobrevivimos y aquí estamos. Es imposible no empatizar con una historia que, en el fondo, es un poco la de todos (a no ser que nazcas en un país de esos en donde terminas trabajando en una fábrica con cinco años quiero decir).

En general creo que Boyhood no es sólo que sea la mejor película del año, si no que probablemente sea una de las 20 mejores películas que he visto en mi vida. Y no hablo de opiniones o gustos personales, no hablo de películas que pueda ver una y mil veces, sobre todo porque dudo que vaya a volver a ver esta película otra vez en un futuro cercano, entre otras cosas porque no tiene historia (literalmente, no la tiene) y dura casi tres horas, si no que hablo de calidad cinematográfica a todos los niveles. Cómo está contada la no-historia, cómo están interpretados los personajes y cómo están escritos los diálogos... es otro rollo. Un experimento que podría haber salido rana y ha terminado siendo la gran obra que su director había prometido. Un MUST SEE en toda regla.

En serio, lo mejor de este año.

martes, 22 de julio de 2014

CINE: El Amanecer del Planeta de los Simios (2014)


Hace tres años el reboot de la saga El Planeta de los Simios sorprendió a propios y a extraños. Cuando todos creíamos que no se podía hacer nada más con la franquicia, sobre todo después de aquella cosa que hizo Tim Burton, de pronto surgió una película original y brutal que nadie esperaba. Un blockbuster con mucho más corazón de lo habitual y que conseguía transmitir un montón de emociones a través de unos puñeteros monos digitales.

Este año se ha estrenado la segunda parte de esta nueva saga (porque, sí, vale, es un reboot, pero no) y la verdad, estamos ante otra grata sorpresa. Situada 10 años después de los eventos de la primera película (10 o 20 no estoy completamente seguro) la historia nos muestra a un Ceasar y unos simios que ya han empezado una sociedad primitiva. Tienen sus leyes, sus normas y cada simio representa un cargo para la comunidad. Mientras la sociedad simia está dando sus primeros pasos, la humana, al borde de la extinción, está dando sus últimos pasos. En estos diez años los seres humanos lo han perdido todo, primero por una infección mundial que diezmó casi por completo a la raza humana y luego una guerra que terminó de joderlo todo. Los hombres están jodidos mientras los monos, que siguen en aquel bosque en el que les abandonamos al final de la última cinta, están sólo empezando.

Pero El Amanecer del Planeta de los Simios no es una película acerca del conflicto humano o simio, si no una película, cómo la anterior, acerca de un líder, Ceasar. Un líder que cree que otro camino es posible y que irá, progresivamente, aceptando que no lo es. Hay un mensaje puramente pesimista en esta cinta, que por cierto, es mucho más compleja de lo que los trailers lo vendían por culpa de un villano del que no sabíamos practicamente nada (y cuya identidad no revelaré por aquello de no joderos la sorpresa). Un mensaje que básicamente viene a decir que las buenas personas siempre serán saboteadas por las malas. Que el amor y la paz siempre serán destruidos si la guerra y el miedo se ponen en medio.

También es una metáfora sobre las sociedades humanas, los monos, al final, no son más que una sociedad humana primitiva. La superioridad de la que hacen gala al principio de la película se fundamenta en la falacia de "cómo todavía no la hemos cagado, significa que somos mejores que los humanos", pero al final su recién adquirida inteligencia y consciencia los llevarán a los mismos pecados capitales de los que por desgracia hacemos gala día sí día también los seres humanos. La codicia, el poder, la mentira... comportamientos antinaturales que surgen derivados de la inteligencia. Uno de los grandes triunfos de esta película es cómo los monos se enfrentan a esa realidad.

Ceasar sigue siendo uno de los diez mejores personajes de este siglo, tanto él como en menor medida su hijo, consiguen transmitir un montón sin decir practicamente nada en una combinación perfecta entre actores reales y efectos digitales. Es cierto que en las escenas de acción (las burras -que son dos al final- cuando cientos de monos digitales atacan al mismo tiempo) el hecho de saber que no están ahí pueden sacarte de la película, pero en los momentos pequeños transmiten muchísimo. Sigue asustándome que empatice mucho más con un mono digital en esta película que con muchos actores de carne y hueso, y el merito del asunto hay que atribuirselo tanto a Andy Serkis como al equipo de animadores de Ceasar. Ese carisma y esa capacidad de liderazgo es increíble. De verdad impone.

Los humanos de la película, como pasaba en la anterior, son simple y llanamente funcionales. Cumplen su propósito y poco más, tampoco es que la trama les deje hacer mucho más. El que se lleva la mejor parte es el co-protagonista de la cinta, Jason Clarke, que sin ser excelente (al final su personaje es el que es) sí que ayuda a difuminar esa línea de grises que hay entre simios y humanos a través de un nada disimulado paralelismo con el protagonista. Ambos son ejemplos maduros de sus respectivas especies que han visto y han sufrido más de lo que deberían y saben que el conflicto debe evitarse en la medida de lo posible.

En cuanto a la historia, sin ser el adalid de la originalidad, se guarda un par de sorpresas buenísimas gracias en gran medida a una de las camapañas promocionales más engañosas que puedo recordar. Sin revelar mucho, las promos de esta película se han empeñado en vendernos el origen del conflicto de un modo que poco o nada tiene que ver con cómo se soluciona la película. El único pero que puedo ponerle a la trama (sin revelar mucho) es que en el momento del giro inesperado tienen la oportunidad de llevarlo todo mucho más lejos y lo desperdician. No lo digo como algo malo, ojo, la historia está muy bien como está, pero es un terreno que me hubiese gustado que explorasen.

Por lo general, esta secuela es superior a su predecesora a todos los niveles, y para una segunda parte en la que las apuestas estaban tan jodidamente altas, eso ya es muchísimo.

miércoles, 16 de julio de 2014

T.V: Spaced (1999-2001)


Iba a hablar de la segunda temporada de Orange is The New Black, pero no tengo demasiadas cosas buenas que decir de ella (tampoco es que tenga muchas cosas malas, ojo) así que no le veo el sentido a perder el tiempo contandoos cómo se está llendo al carajo de manera progresiva. En su lugar prefiero hablaros de otra serie, una serie de principios de siglo que dirigio Edgar Wright y escribió Simon Pegg (a cuatro manos con su co-protagonista Jessica Hynes), la serie que permitió a ambos comenzar lo que se terminaría convirtiendo en la trilogía cornetto, SPACED.

Spaced comienza cuando a Tim Bisley (Simon Pegg) su novia lo abandona por su jefe. Con 27 años, sin casa y con un futuro de lo más negro (aspira a ser dibujante de cómics) conoce en una cafetería a Daisy Steiner (Jessica Hynes), una aspirante a escritora que también se ha quedado sin hogar. En su incesante busqueda de una habitación en Londres terminan encontrando la casa perfecta, salvo por el hecho de que sólo admiten parejas en el edificio. Así Tim y Daisy se mudan juntos fingiendo ante su casera (y su vecino pintor durante un tiempo) que son pareja sentimental.

Un inicio relativamente normal para una serie que, sin ser el adalid de la original y estando bastante anticuada (es demasiado de finales de los 90/principios del S.XXI) es bastante efectiva y cómica. Y breve además pues, siguiendo la tradición inglesa, sus dos únicas temporadas cuentan solo de 7 episodios cada una. Pero cómo suele decirse, lo bueno, si breve, dos veces bueno ¿no?.

En los pros de la serie, esos por los que deberíais darle una oportunidad, están los protagonistas. Simon Pegg y Jessica Hynes tienen química entre ellos y incluso aunque Daisy sea un personaje molesto a ratos terminas cogiendole cariño. Los secundarios ayudan también, Nick Frost aparece una vez más cómo el amigo del alma de Pegg (¡qué raro!) y los otros dos secundarios están perfectos en sus esperpénticos papeles, tanto Mark Heap cómo el torturado artista Brian como Julia Deakin cómo la alcohólica casera Marsha.

La serie está cargada de referencias, muchas de ellas muy de la época. En la segunda temporada por ejemplo es gracioso ver las reacciones a eventos contemporaneos cómo el estreno de la primera Matrix (hay un capítulo entero en el que los villanos son los agentes de Matrix, de hecho el agente Smith es parodiado por el mismisimo Mark Gatiss -Mycroft en Sherlock) o el estreno de La Amenaza Fantasma. Son chistes que ya hemos oído y visto cien veces, pero no deja de ser divertido verlos cuando eran actuales, recientes y nuevos. Edgar Wright hace gala además de su habilidad para sacar el máximo partido del mínimo presupuesto. Las ensoñaciones de sus personajes son constantes, muy en la línea de Scrubs (o más bien Scrubs va en la línea de esto) y lejos de parecer cutres o forzadas funcionan de puta madre.

Si os gusta el director además es divertido verle en sus origenes, ya que, aunque cuando salió esta serie tenía varios trabajos a sus espaldas, sigue sin tener el estilo pulido y dinámico que mostraría en Shaun of the Dead.

En general, si sois fans del trio Wright-Pegg-Frost esta serie es de obligado visionado. Entre otras cosas porque, aunque no es el primer trabajo del trio, si es el primer trabajo relevante. Si no lo sois pero tenéis un humor friki y con pocos prejuicios (y os gustan series como Scrubs o The Big Bang Theory) esto también debería ser un must see. Aparte, son 14 episodios de media hora cada uno, seguro que en verano podéis sacar un rato.

sábado, 5 de julio de 2014

CINE: Extraterrestre (2011)

Una pelota de tenis/Un tarro de melocotones

 Con motivo del estreno de la tercera película de Nacho Vigalondo, Open Windows, parecía el momento perfecto para ponerme al día con la filmografía de este caballero y ver de una puñetera vez su segundo largo, Extraterrestre.

No hay mucho que decir de Vigalondo a estas alturas, la verdad. Con una nominación al oscar y tres películas a sus espaldas (así como un montón de cortos que merecen muchisimo la pena) está todo un poco dicho ya. Es lo más parecido a un alquimista cinematográfico que tenemos en España, un tío que puede coger unos medios de mierda y transformarlos en oro puro, y así lo demostró con su primera película, Los Cronocrimenes, un thriller de viajes en el tiempo hecho en una montaña Cantabra con cuatro duros (para lo que una película de viajes en el tiempo debería necesitar en un principio). En aquella película, cómo en sus cortos, Vigalondo convertía la falta de medios en una fortaleza en lugar de una debilidad. Que la película fuese "pequeña" no afectaba a la historia para nada, en todo caso la reforzaba, dejandola en algo no demasiado complicado pero increiblemente funcional.

En Extraterrestre, sin embargo, eso no pasa, y la falta de medios es aquí un lastre.

La película sigue a Julio, un perdedor que se levanta un domingo de resaca en la cama de "la chica más maravillosa del mundo" (vamos a entrecomillar eso), Julia. Sin recordar bien cómo pudo tener tanta suerte ni si llegaron o no a follar, antes de que la chica pueda echarle de su casa, ambos se dan cuenta que el planeta ha sido invadido por alienigenas. Forzados a permanecer juntos en el piso empieza así una comedia de enredo que involucra no solo a los protagonistas si no a un vecino acosador y al novio de Julia, Carlos.

Tal vez decir que "la falta de medios es un lastre" no sea acertado. El tema es que esta película tiene un inicio muy potente y un final increible, pero una mitad lenta, aburrida y que no va a ninguna parte. Y no va porque a parte de episódica, la historia de Julio y Julia no tiene demasiado sentido. Ella no tiene ningún motivo para actuar cómo actua y él... mierda, si te enamoras de una chica porque folláis durante una semana estás loco. Su "historia de amor" (que en realidad no lo es tanto) es forzosa y solo existe cómo excusa para el último acto del film. Desde la aparición de Carlos nada en la película funciona. El propio director ha dicho varias veces que ese era precisamente el objetivo, que el personaje de Julián Villagrán fuese un secundario en su propia historia, y hasta cierto punto... funuciona, pero no me quito la sensación de la cabeza que Extraterrestre funcionaria mejor como medio-metraje (o incluso corto) que como película completa. Por no hablar de que el hecho de que casi todo ocurra en el mismo escenario contribuye a crear esa sensación de repetición y hastío, que es por lo que digo que en este caso al menos, la falta de medios le hace un flaco favor.

Otra de las cosas que juega en su contra es que se vendiese como COMEDIA. No es una comedia. Sí salen Carlos Areces y Raul Cimas que son dos putos animales cómicos y sus personajes son lo suficientemente esperpenticos cómo para sacarte una sonrisa, incluso, sí, de acuerdo, los cameos de Miguel Noguera son una risa, pero la película no es una comedia. Tampoco diría que es un drama, pero desde luego me pareció más cercana a eso que al humor. La historia de Julio y Julia no es un amor de comedia romántica, es un sinsentido que jamás debería haber ocurrido. Julio lo sabe y va transformandose en un hijo de puta dispuesto a todo para no ser expulsado del piso, Julia lo sabe y deja que Julio haga lo que le de la gana a pesar de que cada paso "malvado" que da su amante a ella solo la vuelve más y más desgraciada.

Pero dicho esto, la película está lejos de ser una mala película, ojo. Los actores bordan sus papeles, especialmente Cimas (que al parecer sabía actuar y no nos habían dicho nada) y Areces, a los que solo da pena no ver más. Villagrán y Jenner están también geniales cómo Julio y Julia. Villagrán borda el papel de absoluto perdedor parasitario y ella lo clava cómo chica perdida que no tiene ni idea de lo que quiere en la vida. La historia, a pesar de perderse a la mitad, tiene como ya he dicho un gran inicio y un final tremendo y satisfactorio que casi hasta consiguió que me olvidase de lo que me había aburrido en su parte central, ese climax con la última mentira y, sobre todo, ese último plano con Villagrán y Noguera fumando al amanecer es oro puro. Los dialogos son fantásticos también, Vigalondo es bueno escribiendo personajes que suenen relativamente sinceros en su patetismo y conversaciones como la última entre Areces y Julio son geniales.

Sin embargo no puedo olvidar sus contras y no puedo evitar pensar que siendo una película mucho más sencilla que su primer trabajo, Extraterrestre funciona muchisimo peor que Los Cronocrimenes.

A la espera de poder ver Open Windows, que me imagino será cuando salga en DVD o algo, para comprobar si la carrera de Vigalondo va hacía arriba o ya lo hemos visto todo. Aunque la verdad, por el trailer y por como está hecha (que es una locura) no tiene ninguna pinta.