viernes, 31 de julio de 2015

Cine para todos.

¡Por fin!
Algún día, un día que tenga tiempo y me apetezca (y viendo mi ritmo de escritura actual podéis deducir que no es ese momento ahora) quizás me anime a escribir una entrada sobre lo curioso que resulta que cuanto más inteligente se vuelve la animación presuntamente para niños en televisión, con series como Gravity Falls u Hora de Aventuras, más idiota se vuelve en el cine. Pero hoy no es ese día, porque hoy toca hablar del único estudio que parece entender que el hecho de que estés haciendo animación no significa que debas cohibirte a la hora de contar historias.

Porque hace dos días vi Inside Out (nadie va a llamarla Del Revés, no nos engañemos) y la verdad, Pixar ha vuelto, y ha vuelto fuerte. Si Pixar fuese una saga de películas de acción esta entrada se llamaría Pixar with a vengance.

El mayor logro de esta película es el mismo que el del resto de películas del estudio. Y es que hace historias para todos, no solo para niños. Mientras subproductos como Los Minions, hechos solo para hacer caja y vender muñecos, insultan al espectador con más de dos neuronas, Pixar decide, y siempre, siempre lo hace, devolvernos a una época de la animación en la que empujar al niño a tener emociones no tenía nada de malo. De un tiempo a esta parte se ha perdido el terror en las películas de animación, se ha perdido la pena, se ha perdido el intentar que el niño sienta cosas más allá del estar entretenidos. Prácticamente ningún estudio se atrevería a firmar la escena en la que Dumbo pierde a su madre ahora, o la escena en la que Pinocho se transforma en asno. O, joder, por no quedarnos solo en Disney, prácticamente todo En Busca del Valle Encantado.

Pixar no. Pixar va a esos sitios. La gente cree, y me repatea leer eso, que esos son los momentos en los que el estudio está llegando a su público adulto, como si un niño no pudiese ser capaz de sentir emociones relativamente complejas o algo. Y realmente no lo es. Un niño siente lástima igual que un adulto. Quizás no entienda lo que es la lastima todavía, pero las cosas le dan pena. Y con el miedo pasa igual. Hacer que el espectro de emociones de tu hijo esté completo no tiene nada de malo, por más que parezcan insistir en ello las películas de animación modernas.

Perdón, llevo casi cuatro párrafos y todavía no he hablado de la película. No quiero comparar Inside Out a las que son para mi las grandes obras del estudio porque no me parecería justo. No se si es una obra maestra, pero sé que es una puta genialidad. Es una de las películas más inteligentes en sus metáforas y el modo que está contada la historia que he visto en mucho tiempo. Es justo lo que quería que fuese el año pasado la Lego Película. Una historia que guste a los pequeños porque está plagada de aventuras, que les deje poso y que, cuando crezcan, les enseñe cosas. El mayor logro de Pixar con esta película es que consigue explicar algo tan complejo como las emociones de un niño a través de una road movie bastante convencional. En el fondo, la trama de Inside Out, no es más que la de Toy Story 1; Dos personajes que son polos opuestos que se separan de alguien que les importa (Andy en el caso de Buzz y Woody, Riley en el caso de Alegría y Tristeza) y tienen que trabajar juntos para volver a casa. Es la misma trama, solo que veinte años después y con una confianza ganada que les permite hacerlo infinitamente más complejo.

Pete Docter aprovecha el viaje para explicar el torrente de emociones por las que pasa un niño cuando empieza a ser consciente del mundo. Ese momento complicado en los que un niño empieza a darse cuenta que existen problemas más complejos. Al final la historia de Riley es la historia de una niña que pierde un poco la inocencia cuando se encuentra sin saber muy bien por qué en una situación que no es la suya. La mudanza es el catalizador de un montón de cosas, Riley se da cuenta que sus padres no son perfectos, tiene que enfrentarse a la soledad, al fracaso y a que el mundo es un pelín más complicado de lo que contaban en Barney el dinosaurio. Está dejando de ser una niña, vaya. Algo por lo que todo el público de esta película ha pasado o pasará en algún momento. Que eso se cuente a través de la trama de Toy Story 1 es tan jodidamente genial que cuando acaba la película casi tienes ganas de levantarte y aplaudir.

No es una película perfecta, y yo no empaticé con ella tanto como con otras obras de Pixar. No me hizo llorar como Toy Story 3, ni me emocionó tanto como Wall-E (mi favorita del estudio). Tampoco tiene una escena tan maravillosa como la de Anton Ego en Ratatouille. Pero sin embargo es la primera película del estudio que me ha hecho pensar en ella después. Y no me refiero a pensar "jo, que puta pasada de peli vi ayer" si no pararme a pensar en lo que de verdad estaba contando la película. Además tiene la escena del pensamiento abstracto, que es todo un homenaje al arte moderno y una muestra de técnica para caerse de culo.

Así que sí... Pixar ha vuelto. Soy de la opinión de que nunca se fueron del todo. Defenderé Monstruos University hasta que me muera y técnicamente Brave era una patada en la boca a todo lo que se estaba haciendo hasta ese momento, pero se que es una opinión minoritaria. Eso sí, ahora ya no podéis discutir nada. Porque ahora sí, incluso para los escépticos, el estudio de las obras maestras para todos los públicos (que no infantiles) ha vuelto y ha vuelto muy fuerte.









Por cierto, Inside Out es el motivo por el que sigo diciendo que Dreamworks ni huele a Pixar. La película que Dreamworks ha presentado este año ha sido Home

"¿Qué película es Home?"

Pues eso.

jueves, 9 de julio de 2015

Lecciones de cine.


No hice una crítica de Vengadores: La era de Ultron porque me decepcionó mucho. Y no hago una crítica de Mad Max: Fury Road porque me entusiasmó demasiado. ¿Qué raro no?

Podría insultar a la película de Whedon, pero no me apetece, porque no creo que sea enteramente culpa suya. Creo que Marvel se ha convertido en un monstruo controlador y obsesivo que es incapaz de comunicarse de forma normal con los directores con los que trabaja, y que Whedon tiene demasiada personalidad para dejarse amedrentar por ese ente, lo que se refleja en una película que tiene una falta de comunicación tremenda. Presentando un montón de elementos sin ser en ningún momento coherente. Es un batiburrillo de la nada más absoluta.

La de Miller en cambio es caos controlado y enfocado. Es puro desfase desde el primer minuto, una larga escena de acción de dos horas que solo da unos diez minutos antes de entrar en el último acto para que cojas aliento. No presenta nada, o prácticamente nada al menos, porque no lo necesita. Y no es porque pertenezca a una saga más conocida, si no porque en el juego de su película los elementos de su universo no importan (de hecho en ninguna de las anteriores importaron). Lo que cuenta Miller es una huida, una lucha por la libertad y un cuento con un subtexto feminista protagonizado por una Furiosa y un Max genialmente interpretados por Charlize Theron y Tom Hardy. Mad Max es una puta locura, pero dirigida y centrada. Sabe que es lo que quiere contar.

Comparo estas dos películas porque... bueno, son un poco los dos polos opuestos del cine de acción actual ¿no? Por un lado tenemos la película de estudio. La franquicia de obsesivo control y continuidad planeada que fundamenta su espectacularidad en el efecto digital (muy conseguido pero digital al fin y al cabo). Una historia en la que la creatividad se asfixia por culpa de pertenecer a la maquinaria genera dinero Marvelita. Y por el otro tenemos una cinta personal. Es una cuarta parte y en gran medida un reboot y sin embargo George Miller es dueño y señor de su trabajo y en lugar de fundamentar la espectacularidad de su historia en el efecto digital lo usa como complemento para hacer aún mejor las acrobacias que pueblan la película. Los coches en Mad Max explotan de verdad (casi siempre). Es una película que desborda creatividad a todos los niveles. Que te llena,

Veis por donde voy creo.

Básicamente Miller ha hecho lo que los grandes estudios no tienen pelotas de hacer, que ha sido la película que a él le ha dado la gana. Ha demostrado que el hecho de que una película sea descerebrada y el guión se pueda escribir en una servilleta (no, en serio, ¿cuantas frases hay en Mad Max?) no significa que no se pueda hacer de forma creativa y con mimo. Miller ha dado una lección de cine. Claro que luego, como suele pasar, la taquilla no le ha acompañado y mediocridades como La era de Ultron o basuras como Jurassic World (¿Qué pasa con esa película? ¡Si es una mierda!) se la han comido a nivel de recaudación.

Lo de Fury Road es CINE. Es la película que recomendaremos en veinte años.

Lo otro no.





(Para no querer hacer una crítica de las dos películas al final he terminado hablando de ellas bastante. Menudo hipócrita estoy hecho)