miércoles, 19 de julio de 2017

Crimen Sexual.


Quiero empezar a recomendar más colecciones independientes de cómics americanos. Me gustaría recomendar también algún tebeo Europeo en el proceso, pero, y es una espina que tengo clavada desde hace años, no conozco tanto del cómic europeo como me gustaría. Pero gracias a la piratería he podido leer muchas series independientes nuevas que se están publicando en el país en el que gobierna Donald Trump, y la verdad, esa vertiente está muy a tope desde hace algunos años (algo más de una década apostaría). No solo porque las editoriales dan muchísima más libertad a sus autores que las dos grandes editoriales principales, si no porque, al no limitarse a contar historias de tíos en mallas pegándose con otros tíos en mallas, se les abre la puerta a guionistas y dibujantes que quieren explorar otras cosas.

Hoy, como primera recomendación, quiero hablar de la última colección a la que me he enganchado (después de que me la recomendase mi mejor amigo); Sex Criminals, de Matt Fraction y Chip Zdarsky. Lo que, y ahora llegamos a ello, no dejo de sentir que es algo un poco contradictorio.

Pero antes de hablar de ello, dejad que hable un poco del noveno arte como medio, así en general.

Hay dos cosas por las que el cómic es mi medio favorito para contar historias; La primera es su aspecto tradicionalmente contra-cultural. Incluso cuando los cómics de superhéroes vendían bien, no vendían tanto como el cine o la televisión. Esa tradición de estar fuera del sistema ha permitido siempre (al menos así lo entiendo yo) al cómic estar a la vanguardia en cuanto a temáticas y el planteamiento pseudo-experimental de dichas temáticas. Al menos en lo que respecta a un medio que, además de texto, requiere imágenes. 

El otro factor, y que es el que hace que para mi funcione más que el cine o la T.V, es que el cómic es un medio en el que el presupuesto no es importante. Que inviertas mucho en un cómic no lo hace mejor o peor, porque el cómic no necesita presupuesto, necesita talento. Si te vas a la vertiente más contra-cultural cinematográfica, la que estaba alejada de los grandes estudios y de más, se nota. Los productos surgidos ahí son cutres porque no había dinero para hacer las cosas bien. Y sí, hay muchísima gente que encuentra satisfacción y gusto precisamente en esa cutrez claro, pero el resultado es el que es. En el cómic una historia marciana sin casi lectores puede lucir igual de bien que el número que más vende si el talento está ahí. No dependes de actores, directores de foto o efectos especiales para que tu historia luzca. Y es el único medio (el único que cuenta cosas a través de imágenes y diálogo) que siento que permite eso.

¿Por qué explico estas cosas cuando son cosas bastante obvias?

Porque Sex Criminals es la clase de obra que no podría existir como existe y lucir como luce de no ser un cómic.

La historia sigue a una pareja, Suzie y Jon, que comparten un don muy particular, cuando se corren, detienen el tiempo. Literalmente. Como ambos son un par de millenials (25 y 28 años respectivamente) en una situación no particularmente simpática con ellos (él atrapado en un trabajo sin futuro y ella intentando salvar una biblioteca pública) deciden usar sus dones para robar bancos. Y bueno, luego la trama se vuelve más loca y más marciana según pasan los números, pero tampoco se trata de contaros todo.

Ya de base esa premisa no permitiría nunca que apareciese en televisión (a no ser que se suavizase un poco) o en cine, al menos no la clase de televisión y cine con presupuesto que hiciese que las cosas no luciesen cutres. Pero no es solo por eso que digo que esto no podría existir fuera del mundo del noveno arte, el tema es que desde los primeros números Fraction y Zdarksy se dedican a romper la cuarta pared constantemente y a experimentar muchísimo con los límites narrativos de los que disponen. En el tercer número, por ejemplo, aparece un número musical, pero como no consiguieron (o eso dicen) los derechos para la canción en cuestión, los diálogos del número musical (donde aparecería la letra) son sustituidos por unos textos de apoyo en donde el guionista explica lo que ha pasado y por qué, aunque les molaría mazo poder poner el número tal cual, no pueden. En uno de los últimos, justo antes de una de las conversaciones más importantes de todas, autor y dibujante interrumpen para explicar que no se les ha ocurrido una idea visualmente interesante para contar esa escena, así que explican que es lo que iba a pasar y ya.

Sex Criminals  es raro, experimental, meta y graciosísimo. Pero por encima de todas esas cosas, es una de las historias sobre sexo y amor más honestas y sinceras que he leído. La pareja que dirige la trama tiene una relación muy real y de este siglo. Con problemas y soluciones normales. Y el trato que hace el tebeo del sexo, es un trato sin tapujos ni medias tintas, va a saco, porque, y de nuevo, esto es gracias a pertenecer al medio al que pertenece, puede permitirse ir a saco. Nadie va a ir donde Matt Fraction a decirle "tío, de este tipo de cosas no podemos hablar" o "esto no lo podemos enseñar". Porque a pesar de estar publicado en Image (que es la tercera editorial grande de EEUU), sigue siendo independiente y contra-cultural.

Guión y dibujo funcionan con una sinergia perfecta, que es lo que pasa casi siempre en las buenas obras. Fraction es un veterano ya del medio que se ha ido labrando una merecida fama gracias a sus etapa en El inmortal Puño de Hierro y Ojo de Halcón (de está última hablé hace años aquí) y Zdarsky, aunque para mi era un desconocido, está empezando a sonar bastante gracias a este cómic, su etapa en el reboot de Howard el Pato, y la colección de Jughead que ha hecho para Archie Comics. Cuando un equipo creativo funciona se hace magia, y estos dos consiguen exactamente eso.

Resumiendo; Sex Criminals es una de esas obras que me recuerdan por qué amo los cómics por encima de todo. Es la clase de obra que me gustaría ser lo suficientemente inteligente para escribir, o que me gustaría dibujar si se me diese la oportunidad. Un tebeo cuya existencia solo es comprensible en el medio en el que se mueve, que es fresca, nueva y genial. Algo que me gustaría recomendar a todos aquellos lectores de cómics que aún no la estáis leyendo, pero también a los que no os hayáis leído nunca un tebeo. Porque, ok, quizás no sea la obra más accesible (es bastante experimental, ya aviso, no lo más experimental del mundo, pero tampoco sigue una narrativa tradicional), si no porque si tenéis la mente un poco abierta, es algo de lo que podréis disfrutar muchísimo.





Acabo de mirar y el primer tomo, subtitulado en España "Un truco sucio" ya está a la venta. 136 páginas por 16€, un ofertón, vamos (yo desde luego en cuanto vuelva al país lo voy a comprar). Además publica Astiberri. A mi me gustan las ediciones de Astiberri. Así que nada, corred a la tienda, que cuesta lo mismo que una entrada en una discoteca o dos cubatas una noche de fiesta, y dura más y merece mucho más la pena.