sábado, 25 de febrero de 2017

La mona vestida de seda.


Moana a lo mejor es la película más bonita de Disney. Ya está, ya lo he dicho.

Todas las decisiones que corresponden a diseño de personajes, color, iluminación etc... son perfectas. En serio, como alguien que intenta dedicarse a trabajar en lo visual estaba FLIPANDO FUERTE con esta película al empezar y absolutamente enamorado de todo lo que salía en pantalla. Lo comenté en mi crítica de Big Hero 6, pero si por algo ha destacado siempre Disney es por la calidad de su animación. El motivo por el que era el titán que era antaño es porque sus monigotes se movían mejor que el resto, la creme de la creme del acting, el movimiento y todo eso estaba en la compañía del ratón, y desde que con Enredados decidiesen que era hora de lanzarse en serio al mercado de la animación digital... han recuperado su puesto un poco. Pixar destacaba por sus historias y por sus avances técnicos, pero se han dormido un poco y su compañía hermana (o madre) les está comiendo terreno, la verdad. Porque Moana luce increíble. Es la película de animación digital más estéticamente bonita que he visto.

Luce tan bien que casi hace que me olvide que la historia es una mierda como un piano.

Moana es una película que sigue a su homónima protagonista y el viaje que emprende para restablecer el equilibrio del mundo junto al semidiós que lo rompió en primer lugar. Es una aventura clásica, un viaje del héroe de manual que aún así consigue fracasar estrepitosamente gracias a tomar decisiones absurdas. Me siento en la necesidad de compararla a Enredados, porque aunque Enredados era una película mucho más de andar por casa, al menos sabía lo que se proponía y tenía una historia mucho más centrada y mejor. En Moana pasan muchas cosas y todas ellas son tan vacías e insustanciales como (en el fondo lo es) el viaje de la protagonista.

A Moana y a Maui les pasan cosas en su viaje, pero salvo el encuentro con el cangrejo ninguna tiene demasiada relevancia (y esa tampoco es que tenga mucha). Y sí, se que es una película para niños y todo eso, pero ser una película para niños no debería hacerte renunciar a tener una historia coherente y que funcione. Porque si no cuando el conflicto llega no tiene ningún sentido. Y me refiero a en sentido literal, el conflicto (los conflictos) de esta película no tiene(n) sentido, y como no tienen sentido resultan forzosos a más no poder y sus resoluciones insatisfactorias.

Está todo tan mal contado que es que te termina dando igual. Ahora se pelean porque necesitamos conflicto, ahora aparecen unos cocos piratas y la película se convierte en la versión Fury Road de Waterworld porque hace falta aventura y al final... pues yo que se, hay que terminar la película, así el giro no venga de ningún lado, y la resolución venga apresurada y a trompicones. Todo el tercer acto da exactamente igual porque la película no ha hecho nada para conseguir que algo, lo que sea, te importe lo más mínimo. El excesivo número de canciones (que arruinan hasta momentos que deberían ser contenidos y emotivos) y el hecho de que estas sean en su gran mayoría olvidables no ayuda tampoco.

Podría entrar en terreno de spoilers y hablar de qué son exactamente esas decisiones equivocadas de las que hablo pero ¿Para qué?

En el fondo Moana no tiene nada más allá de su estética. Y no me entendáis mal, solo por su estética merece la pena verla, claro, técnicamente es una jodida maravilla y no puedo enfatizar lo suficiente lo muchísimo que estaba flipando al verla. Pero es que no tiene nada más. Es que la ves sin sonido y te causa la misma sensación.

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