lunes, 7 de octubre de 2013

CINE: Antes del anochecer (2013)


El único problema que puedo verle a Antes del anochecer es que no hayas visto las dos películas anteriores, porque si no lo has hecho, lo más probable es que no te vayas a enterar DE NADA. La tercera parte del proyecto que comenzaron hace casi 20 años el director Richard Linklater y la pareja de actores Julie Delpy y Ethan Hawke es incomprensible si uno no ha asistido a las dos citas anteriores de Jesse y Celine, algo que no ocurría en la anterior, Antes del atardecer, en donde si uno no había visto la primera aún así podía seguir (a grandes rasgos) la historia. Supongo que es porque el cambio entre la primera y la segunda no es ni por asomo tan grande cómo el que hay de la segunda a la tercera, pero bueno, es el único error que puedo encontrar a una cinta que, en realidad, dudo que nadie que no sea seguidor de la saga vaya a ver jamás.

Más allá de eso la película es lo que uno esperaría de ella; Han pasado otros nueve años en la vida de los protagonistas y las cosas han cambiado un poco, en este caso en lugar de Paris o Viena en el Peloponeso griego y más que una cita asistimos a un día en la vida de la pareja. Lejos del románticismo mágico de la primera o la nostalgia idealizada de la segunda, esta tercera parte presenta una versión intencionadamente más realista de los dos, la de una pareja que lleva ya un camino recorrido y debe enfrentarse a los problemas de desgaste que eso conlleva.

Cómo siempre son las conversaciones entre ambos el punto fuerte de la película. Hace casi 20 años que dejaron de ser esa pareja y idealista (y desde mi punto de vista, un tanto pretenciosa) que eran cuando se conocieron, y desde luego ya no son los dos personajes perdidos que conocimos en la segunda parte (mi favorita), ahora son maduros y se han asentado, y eso se nota en su manera de hablar, especialmente en la Celine de Julie Delpy, sorprendentemente amarga, al sentirse (de los dos) la más desplazada de sus metas.

Los problemas de ser padres y compaginar el trabajo con la familia sin sacrificar ninguno de los dos aspectos, así cómo los sacrificios que han de cometerse para mantener una relación sana y estable son los temas centrales de la película, que lejos de pintarnos el cuento que llevaban pintandonos hasta ahora presentan una visión más cruda y honesta del amor, donde ni todo es fácil ni todo sale bien siempre, sin perder en ningún momento ese aire soñador y casi mítico que lleva manteniendo la saga desde aquel tren en Viena, y es que al final del día da igual todo lo de más si estás junto a la persona correcta.

Mirando el proyecto en conjunto yo personalmente no puedo si no declararme fan de la trilogía. Ya lo era cuando vi Antes del atardecer (sí, empecé por la segunda) hace años, y ahora que puedo ver la obra acabada he de reconocer que es uno de los retratos más sinceros del amor que he podido ver. Porque en el amor no es todo bonito, pero en el fondo lo más bonito es no perder jamás el espíritu y la magia del primer día, y esta película, aunque se conceda el ser más dramática que las anteriores, consigue preservar esa sensación.

Quizás el mayor pero que se le puede poner a la cinta (aparte de ser una obra solo para fans) es que es la que más corta se queda y en la que más he sentido que faltaban minutos, que quizás ciertas ideas podían haberse desarrollado más en profundidad, pero en el fondo eso ha sido siempre parte de la gracia de estas películas, que el director, cómo el espectador, asiste como mero observador de la relación y no revelará más que lo que los personajes estén dispuestos a revelar en ese momento.

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