martes, 22 de julio de 2014

CINE: El Amanecer del Planeta de los Simios (2014)


Hace tres años el reboot de la saga El Planeta de los Simios sorprendió a propios y a extraños. Cuando todos creíamos que no se podía hacer nada más con la franquicia, sobre todo después de aquella cosa que hizo Tim Burton, de pronto surgió una película original y brutal que nadie esperaba. Un blockbuster con mucho más corazón de lo habitual y que conseguía transmitir un montón de emociones a través de unos puñeteros monos digitales.

Este año se ha estrenado la segunda parte de esta nueva saga (porque, sí, vale, es un reboot, pero no) y la verdad, estamos ante otra grata sorpresa. Situada 10 años después de los eventos de la primera película (10 o 20 no estoy completamente seguro) la historia nos muestra a un Ceasar y unos simios que ya han empezado una sociedad primitiva. Tienen sus leyes, sus normas y cada simio representa un cargo para la comunidad. Mientras la sociedad simia está dando sus primeros pasos, la humana, al borde de la extinción, está dando sus últimos pasos. En estos diez años los seres humanos lo han perdido todo, primero por una infección mundial que diezmó casi por completo a la raza humana y luego una guerra que terminó de joderlo todo. Los hombres están jodidos mientras los monos, que siguen en aquel bosque en el que les abandonamos al final de la última cinta, están sólo empezando.

Pero El Amanecer del Planeta de los Simios no es una película acerca del conflicto humano o simio, si no una película, cómo la anterior, acerca de un líder, Ceasar. Un líder que cree que otro camino es posible y que irá, progresivamente, aceptando que no lo es. Hay un mensaje puramente pesimista en esta cinta, que por cierto, es mucho más compleja de lo que los trailers lo vendían por culpa de un villano del que no sabíamos practicamente nada (y cuya identidad no revelaré por aquello de no joderos la sorpresa). Un mensaje que básicamente viene a decir que las buenas personas siempre serán saboteadas por las malas. Que el amor y la paz siempre serán destruidos si la guerra y el miedo se ponen en medio.

También es una metáfora sobre las sociedades humanas, los monos, al final, no son más que una sociedad humana primitiva. La superioridad de la que hacen gala al principio de la película se fundamenta en la falacia de "cómo todavía no la hemos cagado, significa que somos mejores que los humanos", pero al final su recién adquirida inteligencia y consciencia los llevarán a los mismos pecados capitales de los que por desgracia hacemos gala día sí día también los seres humanos. La codicia, el poder, la mentira... comportamientos antinaturales que surgen derivados de la inteligencia. Uno de los grandes triunfos de esta película es cómo los monos se enfrentan a esa realidad.

Ceasar sigue siendo uno de los diez mejores personajes de este siglo, tanto él como en menor medida su hijo, consiguen transmitir un montón sin decir practicamente nada en una combinación perfecta entre actores reales y efectos digitales. Es cierto que en las escenas de acción (las burras -que son dos al final- cuando cientos de monos digitales atacan al mismo tiempo) el hecho de saber que no están ahí pueden sacarte de la película, pero en los momentos pequeños transmiten muchísimo. Sigue asustándome que empatice mucho más con un mono digital en esta película que con muchos actores de carne y hueso, y el merito del asunto hay que atribuirselo tanto a Andy Serkis como al equipo de animadores de Ceasar. Ese carisma y esa capacidad de liderazgo es increíble. De verdad impone.

Los humanos de la película, como pasaba en la anterior, son simple y llanamente funcionales. Cumplen su propósito y poco más, tampoco es que la trama les deje hacer mucho más. El que se lleva la mejor parte es el co-protagonista de la cinta, Jason Clarke, que sin ser excelente (al final su personaje es el que es) sí que ayuda a difuminar esa línea de grises que hay entre simios y humanos a través de un nada disimulado paralelismo con el protagonista. Ambos son ejemplos maduros de sus respectivas especies que han visto y han sufrido más de lo que deberían y saben que el conflicto debe evitarse en la medida de lo posible.

En cuanto a la historia, sin ser el adalid de la originalidad, se guarda un par de sorpresas buenísimas gracias en gran medida a una de las camapañas promocionales más engañosas que puedo recordar. Sin revelar mucho, las promos de esta película se han empeñado en vendernos el origen del conflicto de un modo que poco o nada tiene que ver con cómo se soluciona la película. El único pero que puedo ponerle a la trama (sin revelar mucho) es que en el momento del giro inesperado tienen la oportunidad de llevarlo todo mucho más lejos y lo desperdician. No lo digo como algo malo, ojo, la historia está muy bien como está, pero es un terreno que me hubiese gustado que explorasen.

Por lo general, esta secuela es superior a su predecesora a todos los niveles, y para una segunda parte en la que las apuestas estaban tan jodidamente altas, eso ya es muchísimo.

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