miércoles, 16 de julio de 2014

T.V: Spaced (1999-2001)


Iba a hablar de la segunda temporada de Orange is The New Black, pero no tengo demasiadas cosas buenas que decir de ella (tampoco es que tenga muchas cosas malas, ojo) así que no le veo el sentido a perder el tiempo contandoos cómo se está llendo al carajo de manera progresiva. En su lugar prefiero hablaros de otra serie, una serie de principios de siglo que dirigio Edgar Wright y escribió Simon Pegg (a cuatro manos con su co-protagonista Jessica Hynes), la serie que permitió a ambos comenzar lo que se terminaría convirtiendo en la trilogía cornetto, SPACED.

Spaced comienza cuando a Tim Bisley (Simon Pegg) su novia lo abandona por su jefe. Con 27 años, sin casa y con un futuro de lo más negro (aspira a ser dibujante de cómics) conoce en una cafetería a Daisy Steiner (Jessica Hynes), una aspirante a escritora que también se ha quedado sin hogar. En su incesante busqueda de una habitación en Londres terminan encontrando la casa perfecta, salvo por el hecho de que sólo admiten parejas en el edificio. Así Tim y Daisy se mudan juntos fingiendo ante su casera (y su vecino pintor durante un tiempo) que son pareja sentimental.

Un inicio relativamente normal para una serie que, sin ser el adalid de la original y estando bastante anticuada (es demasiado de finales de los 90/principios del S.XXI) es bastante efectiva y cómica. Y breve además pues, siguiendo la tradición inglesa, sus dos únicas temporadas cuentan solo de 7 episodios cada una. Pero cómo suele decirse, lo bueno, si breve, dos veces bueno ¿no?.

En los pros de la serie, esos por los que deberíais darle una oportunidad, están los protagonistas. Simon Pegg y Jessica Hynes tienen química entre ellos y incluso aunque Daisy sea un personaje molesto a ratos terminas cogiendole cariño. Los secundarios ayudan también, Nick Frost aparece una vez más cómo el amigo del alma de Pegg (¡qué raro!) y los otros dos secundarios están perfectos en sus esperpénticos papeles, tanto Mark Heap cómo el torturado artista Brian como Julia Deakin cómo la alcohólica casera Marsha.

La serie está cargada de referencias, muchas de ellas muy de la época. En la segunda temporada por ejemplo es gracioso ver las reacciones a eventos contemporaneos cómo el estreno de la primera Matrix (hay un capítulo entero en el que los villanos son los agentes de Matrix, de hecho el agente Smith es parodiado por el mismisimo Mark Gatiss -Mycroft en Sherlock) o el estreno de La Amenaza Fantasma. Son chistes que ya hemos oído y visto cien veces, pero no deja de ser divertido verlos cuando eran actuales, recientes y nuevos. Edgar Wright hace gala además de su habilidad para sacar el máximo partido del mínimo presupuesto. Las ensoñaciones de sus personajes son constantes, muy en la línea de Scrubs (o más bien Scrubs va en la línea de esto) y lejos de parecer cutres o forzadas funcionan de puta madre.

Si os gusta el director además es divertido verle en sus origenes, ya que, aunque cuando salió esta serie tenía varios trabajos a sus espaldas, sigue sin tener el estilo pulido y dinámico que mostraría en Shaun of the Dead.

En general, si sois fans del trio Wright-Pegg-Frost esta serie es de obligado visionado. Entre otras cosas porque, aunque no es el primer trabajo del trio, si es el primer trabajo relevante. Si no lo sois pero tenéis un humor friki y con pocos prejuicios (y os gustan series como Scrubs o The Big Bang Theory) esto también debería ser un must see. Aparte, son 14 episodios de media hora cada uno, seguro que en verano podéis sacar un rato.

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