martes, 3 de marzo de 2015

El color de los calzones - (Rocky, 1976)

Quiero empezar una mini-sección nueva para hablar de esas secuencias de cine que me parecen maravillosamente geniales o que me han impactado de sobremanera por el motivo que sea. Y no me parece que exista mejor manera de empezar esta mini-sección que hablando de mi secuencia favorita de una de mis diez películas favoritas de todos los tiempos, la secuencia previa al combate final de Rocky.

Hay que ponerse un poco en el contexto de la película. Lejos de ser una cinta deportiva, Rocky es la historia de superación personal definitiva. La oportunidad que se le otorga al protagonista no es la oportunidad de demostrar que es el mejor, sino que es la excusa para que los perdedores que protagonizan la trama puedan hacer algo importante por primera vez en sus vidas. Es gracias a esta oportunidad que Rocky encuentra valor y confianza suficiente para pedir a Adrian que salga con él y es gracias a salir con él que la tímida e infravalorada Adrian consigue confianza en sí misma. Al final Rocky es la primera persona que la ve como alguien genial y buena y la trata como si importase. También es la oportunidad de Mickey, un anciano que nunca ha llegado a nada, de hacer algo realmente importante, ser el manager de un boxeador que compite por el título de los pesos pesados es lo más cercano a sus sueños a lo que va a llegar. Y luego está Rocky. Rocky es el mayor perdedor de todos, alguien atrapado en una vida que no le gusta por una serie de malas decisiones que ha ido tomando. Alguien que ha dejado que la gente le convenza de que no vale para absolutamente nada, que es un vago y un mierda, y que se ha dejado arrastrar por la vida todos estos años. Trabaja para un gangster de tercera y pelea en combates en los peores tugurios de la ciudad por una miseria porque no cree que valga para nada más. Su sentido del humor y su manera de comportarse como si todo le diese igual es una respuesta a eso, la gente cree que la vida le da igual así que él actúa en consecuencia. Rocky es el que más tiene que ganar de su combate con Apollo porque es la primera vez que tiene la oportunidad de demostrarse a sí mismo que la gente está equivocada.

El caso es que después de todo el entrenamiento, la cinta llega a la noche antes del combate, y aquí es donde la película decide pasar de una historia de superación personal a LA historia de superación personal. Esta es la secuencia que resume toda la trama de la película y lo hace en dos breves diálogos:

(Ya siento no encontrarla en castellano o subtitulada)

Rocky está nervioso por el combate y no puede dormir así que va al estadio y se fija que en el dibujo que le han hecho su calzón está del color equivocado. Es rojo con una franja blanca en lugar de ser blanco con una franja roja como el que él lleva. Aparece el promotor y se lo dice a lo que este contesta: 
"Bueno, da igual ¿no? Estoy seguro de que nos darás un gran espectáculo". 
Ahí es cuando el personaje entiende todo. Donde el personaje entiende que esa oportunidad que le han dado, la de competir por el título de los pesos pesados, es una farsa. Un circo para promocionar a Apollo. Ahí se da cuenta de que él no es más que el payaso de Creed y entiende que tiene que dejar de mentirse a sí mismo porque no puede ganar. 

Es muy valiente que una película como esta decida tomar esta dirección. La sincera. Más allá de lo absurdo de su premisa, al menos no intenta colarte que alguien con la preparación de Rocky pueda ganar a alguien como Apollo (que sería lo que cualquier otra historia -y eso incluye a todas las secuelas de esta cinta- hubiese hecho). No. Esta película no. En esta película el protagonista es plenamente consciente que no puede ganar, y eso es lo más importante de todo. Cuando Rocky llega a casa y se sienta en la cama ya ha decidido que no va a ganar pero va a aguantar todos los asaltos porque nadie le ha aguantado el combate entero a Creed. Y en esa conversación está la frase más importante de la película: 
"Vamos, Adrian, es cierto. No soy nadie. Pero eso tampoco importa ¿sabes? Porque estaba pensando... en realidad da igual si pierdo la pelea. Da exactamente igual si este tío me abre la cabeza. Porque lo único que quiero hacer es aguantar el combate. Nadie le ha aguantado un combate a Creed, y si puedo hacerlo, mira, si suena la campana y sigo en pie, sabré por primera vez en mi vida, sabes, que no era solo otro tirado del barrio".

Esa es la clave y es el motivo por el que tanto esta escena como toda la película me son tan geniales y por lo que cuanto más tiempo pasa, más ignoro que esto tiene cinco secuelas y finjo que ninguna de ellas existe. Porque al final, aunque Rocky pierda el combate... gana. Al final su historia termina ahí. Cuando Apollo le grita que "no habrá revancha" y él contesta que no la necesita lo dice en serio, porque aunque el combate se lo den a Creed, Balboa sabe que ha ganado, sabe que ha triunfado, ha conseguido hacerlo. Y lo ha hecho para sí mismo, no para los demás. No llega al combate queriendo demostrar a los de más que puede hacer algo si no queriendo probarse a sí mismo que puede hacerlo. Su conflicto es interno y su superación es personal. Y no necesita demostrar que es el mejor para sentirse bien consigo mismo, simplemente necesita demostrar que puede aguantar.

Toda la película está resumida en dos frases y (y esto es lo que lo hace aún más genial) una interpretación acojonante por parte de Sylvester Stallone. Por parte de John Rambo. Del jodido COBRA.

No sé, es muy probable que toda esta secuencia no sea tan importante realmente y que lo que pasa es que esta película me encanta. Pero para mí este es uno de mis diez momentos cinematográficos favoritos. Para mí esto es cine en estado puro. La conversación en el estadio es perfecta a nivel de guión e interpretación y la dirección y la elección de planos la terminan de redondear, con ese contrapicado cuando miramos al promotor y la sombra de Apollo sobre Rocky. La conversación con Adrian en la cama tampoco se queda corta. A pesar de lo sencillo de la escena es sincera y sentimental sin caer en la moñería. Canela de la más fina esta secuencia, de verdad.

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